La ciudad es el soporte material en el cual se desarrolla la sociedad y por ende la forma de la ciudad y de los estilos arquitectónicos reflejan un determinado contexto, “la arquitectura es el producto de las condiciones políticas, sociales y económicas, en las cuales y para las cuales se ha generado”.

En este sentido, la tendencia arquitectónica surgida en áreas periurbanas de La Paz y en El Alto responde a determinadas condiciones dadas, no es un hecho espontáneo, ni la obra de un creador único, en este sentido varios estudios han logrado identificar distintas causas de su conformación, el grupo social que lo ha adoptado y sus características esenciales, al igual distintos medios de comunicación tanto nacionales como internacionales hacen eco permanente de esta arquitectura en pleno apogeo.

Si bien este movimiento arquitectónico ha sido abordado desde la sociología y antropología, aún está pendiente el enfoque desde el ámbito arquitectónico, ya que estos edificios son hechos arquitectónicos que configuran un nuevo panorama urbano en las ciudades donde están presentes, principalmente en El Alto. Por ello en el presente artículo se identifica al grupo social que hace uso de estas construcciones y las características arquitectónicas desde el enfoque disciplinario de la Arquitectura y en base a ello se propone la denominación para identificarla.

Inicialmente es necesario asumir que toda arquitectura que se acepta como representativa de un determinado grupo social, siempre ha sido la que identifica a sus élites, se puede observar por ejemplo que la arquitectura prehispánica asumida como representativa, es la de las élites guerreras y religiosas, Durante la colonia esta visión elitista se reproduce, aunque es necesario aclarar que la arquitectura de la élite criolla-española colonial, rompe toda relación con la arquitectura prehispánica, adscribiéndose a un marcado eurocentrismo. Los “cascos antiguos” de las muchas ciudades latinoamericanas son el testimonio material de esas antiguas elites, que actualmente se constituyen en construcciones patrimoniales; así, la arquitectura asumida como representativa en cada época es la de los grupos empoderados.

En efecto, en la época colonial la élite española hace uso de estilos arquitectónicos como el manierista y el barroco en sus construcciones, tanto casonas como iglesias que se superponen a los originales aymaras e incas. En la época republicana se sigue haciendo el uso de estilos europeos como el neoclásico, el beaux arts, el academicismo francés o el eclecticismo, siendo de estos estilos, los principales edificios republicanos de las ciudades bolivianas.

El Nacionalismo del siglo XX trajo consigo el planteamiento de una arquitectura nacional propuesta desde el Estado, que se tradujo en la obra de Emilio Villanueva, que fusionó las tendencias arquitectónicas modernas como el Racionalismo y Funcionalismo con la arquitectura de Tiwanaku. Lo global y lo local se fusionaban en una nueva arquitectura que pasó a llamarse “Neotihuanacota”, posteriormente, desde la academia se han propuesto otras tendencias con principios similares como el “Neowankarani” del Arquitecto Ricardo Achá en el que se recrean ornamentos asociados a la cultura Wankarani, al igual muchas obras del Arquitecto Juan Carlos Calderón presentan referencias iconográficas prehispánicas.

A pesar de los valorables antecedentes mencionados, en su gran mayoría la Academia -los arquitectos- se ha adscrito a la modernidad que en nuestro país se expresa en la recurrencia de estilos de origen europeo y norteamericano, como son el Minimalismo, el Organicismo y el High Tech, así como la búsqueda de aplicar el paradigma moderno de la planificación, el orden y racionalidad, el empleo de valores internacionalizados de armonía, escala y estética, que dentro de las aulas universitarias son reproducidos. Es una modernidad adoptada como el ideal, el parámetro de lo que “es adecuado y lo que no lo es” por ende es el criterio bajo el cual se circunscribe una “arquitectura correcta”.

Todo este movimiento no involucra las percepciones del grueso de la población que a fines del siglo XX emigra hacia las ciudades con imaginarios propios, ajenos a las construcciones físicas y simbólicas de las antiguas élites. La población migrante campo-ciudad contituye nuevas entidades administrativas como es el caso de la Ciudad de El Alto.

El Alto por excelencia es una ciudad de emigrantes. La poblacion alteña es, en su mayoría, originalmente del área rural, población aymara, cuyos imaginarios colisionan con los tradicionales paceños y que con el tiempo, debido a muchos factores, ha dado lugar al surgimiento de verdaderos potentados económicos: los “qamiris” que “consolidaron una lógica de vida basada en la generación de “capital económico” para “acceder a “capitales sociales y simbólicos”. (Llanque, 2011) y la arquitectura es un capital simbólico que expresa los intereses de este grupo social.

En este sentido se concluye que el grupo social usuario de esta arquitectura es Aymara, esta arquitectura es Aymara y es una arquitectura que es resultado de un proceso ajeno a la modernidad y a la Academia.

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Arquitectura Posmoderna Aymara: variantes estéticas. Fuente: Propia
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La arquitectura y la fiesta como elementos de expresion de los Qamiris. Fuente: Propia

La distribución de espacios es clara, son construcciones realizadas para el lucro, tiendas en la parte baja, restaurantes y locales de fiestas, apartamentos en la parte central y la vivienda de los dueños en la parte alta. Estos espacios son recurrentes, al margen de las referencias estéticas que se expresen en el edificio, ya sea una wiphala o un transformer la definición de espacios seguirá siendo el mismo .

Se maximiza el uso del espacio, se rompe con las normas de diseño, de proporción, de función, de confort (la esencia del paradigma moderno) y el edificio cobra una nueva forma de ocupación del espacio, ajena a toda normativa de construcción municipal.

El poder de la imagen es determinante, así el edificio rompe estéticamente con todo su entorno, se busca destacar en colores, formas, escala, proporción. El edificio debe demostrar la capacidad económica de sus dueños, expresado en los materiales y el costo mismo de la construcción, así “el poder de la imagen se convierte en la imagen del poder” .

El mensaje que brinda el edificio es más importante que su concepción integral misma, así el diseño de la fachada y espacios de acceso publico en el edificio son más importantes que el confort al interior de la construcción. El mensaje es la búsqueda de prestigio del Qamiri, es la aspiracionalidad, un prestigio que también se expresa en la fiesta, en la ostentación que expresan sus salones de fiestas y en las diversas entradas folclóricas donde el nuevo rico aymara quiere visibilizar sus posibilidades económicas
Si bien la conexión con el movimiento arquitectónico posmoderno y el posmodernismo mismo no es directa, comparte muchos principios en común, tanto que se traduce en la reacción del qamiri aymara a la arquitectura moderna y se interpreta en nuevas formas arquitectónicas así como lo es el posmodernismo, cuyas características comparte en muchos aspectos. Ya no hay normas, todo es válido.

En este sentido, esta arquitectura es posmoderna y refleja los valores y el mensaje de una élite aymara, es ARQUITECTURA POSMODERNA AYMARA, siendo esté el termino más adecuado para llamarla, dejando de lado términos peyorativos como “cholet”.
Es una arquitectura que es fruto de una construcción colectiva cuyo proceso de configuración formal es muy largo y se puede observar en muchas construcciones de la zona norte de La Paz y la ciudad de El Alto de fines del siglo XX y principios de siglo XXI, siendo sus impulsores primigenios arquitectos de la academia como Miguel Prieto, posteriormente son los maestros albañiles quienes desarrollan el estilo difundiéndolo hasta nuestros días, siendo exponentes mediaticamente destacados Freddy Mamani con su “Arquitectura Andina” y Santos Churata con su “Arquitectura Transformer”.

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“Arquitectura Andina” de Freddy Mamani. Fuente: 25gramos.com
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“Arquitectura Transformer” de Santos Churata. Fuente: Propia

Sobre su percepción hay extremos, parte de la comunidad arquitectónica académica la rechaza y varios agentes especialmente extranjeros la realzan… la Arquitectura Posmoderna Aymara está en medio de posiciones que anulan sus virtudes y el exotismo extranjero que obvia sus defectos. Lo cierto es que su principal virtud es demostrar que se puede hacer arquitectura con una estética más allá de los parámetros eurocéntricos, sin embargo, comete el exceso de pasar por alto normas de confort (ventilación, iluminación, dimensionamiento adecuado de ambientes), de diseño (coherencia estética) y de uso de suelos (normas municipales de construcción); el interés por entenderla se va acrecentando y varios arquitectos se van adaptando a los nuevos requerimientos, ya que los usuarios son los mismos.

Este estilo se expandirá geográficamente allá donde los “qamiris” se expandan entretejiendo redes comerciales y culturales, y será una arquitectura relevante en la medida en que ésta élite acceda al poder, ya que el poder económico conlleva al poder político, aunque esto entra en el terreno de la especulación.

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Influencia de la Arquitectura moderna en la Arquitectura Aymara. Fuente: Propia
Minimalismo policromo 2
Influencia de la Arquitectura moderna en la Arquitectura Aymara. Fuente: Propia

Para terminar, el panorama de la construcción teórica de una Arquitectura Posmoderna Aymara abre la posibilidad del planteamiento de una Arquitectura Aymara de la Modernidad, que se enmarque en lineamientos basados en normativas propias, así como universales, como la integración armónica con el entorno, coherencia estética, confort, equilibrio entre la función, la forma y la tecnología… posiblemente este sería el próximo paso a seguir, en este caso por la nueva generación de arquitectos aymaras que se forman en la academia, un paso de la reacción a la reflexión y acción.

*El presente artículo se publicó en la Revista de Comunidad Crítica de junio de 2018. Puedes descargar la revista en formato pdf desde este link: https://drive.google.com/open?id=1OauSVOnWgXrVgkhWpiE6nNS7kZd3RwIW

BIBLIOGRAFIA
SANCHEZ Hinojosa, Hugo O. (1998) “Arquitectura Moderna en Bolivia”, Plural Editores/Cecilia Scholz, La Paz.
MESA G. Carlos D. (1984) “Emilio Villanueva: hacia una arquitectura nacional”, Editorial Don Bosco, La Paz.
LLANQUE, Jorge (2011) “Qamiris aymaras. Nuevas élites en Oruro” Revista Tinkazos Nro.29, Fundación PIEB, La Paz pp 45-63
FRADE Manzaneda, Christian C. (2014) “Arquitectura como contenedor de procesos identitarios” Blog Arquitectura Patrimonio Cultural. Recuperado de http://christianfrademanzaneda.blogspot.com/2014/04/arquitectura-como-contenedor-de.html?m=1
BOURDIEU, Pierre. (1994) “Razones Prácticas sobre la teoría de la Acción”, Editorial anagrama, Barcelona.
GOMES, David (2012) “Estado, nacionalismo y exclusión ciudadana: apuntes históricos desde el caso boliviano”, Cuadernos de Historia